
LECTURA DEL LIBRO DEL ÉXODO 17,8-13:
Si oramos con perseverancia, al cansaremos del Señor lo que necesitamos. Es lo que nos indica el profeta cuando narra que Amalec atacó a Israel y Moisés escogió a Josué para que se defendiera, mientras él estaría con Arón, Jur y otros orando en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mana. El mismo texto nos narra : “Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada”.
No nos cansemos de orar y de pedir a Dios, aunque estemos cansados, tengamos mucho estudio, trabajo o problemas. La oración es la única arma para vencer y alcanzar de Dios lo que le pidamos y para llegar a la salvación.
SALMO 120,1-2.3-4.5-6.7-8:
El salmo nos recuerda “que nestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra” que es él el que nos proteje y nos guarda de todo mal. Acojamonos siempre a él, que con él, nada nos pasará.
LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A TIMOTEO 3,14–4,2:
Si entendiéramos el valor de la palabra de Dios, la amaríamos más, nos alimentaríamos de ella y sería el soporte y fundamenta para nustras predicaciones, ya que ella nos da la sabidría que nos conduce a la salvación y nos ilumina para nuestro actuar.
“Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena”. Nos dice además: “proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina”.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 18,1-8:
Hoy Jesús, igual que a los discípulos nos dice que es necesario orar siempre y sin desfallecer; y para ello nos pone frente a nosostros la parabola del jez “que ni temía a Dios ni le importaban los hombres”. Una viuda solia ir adecirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”. Y el Señor añadió: “Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”.
“Cada no de nosotros estamos llamados a vivir la fe de nuestro Señor Jesucristo, a amarlo y seguirlo. Que Jesucristo sea el primero en nuestra vida”.
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